martes, 29 de marzo de 2011

Innombrable

De todas las cosas que hemos perdido,
solo nos duelen las que no tienen nombre.
Las que cuentan con latido propio
y se incorporan desde la piel
en nuestros malos días.
Las cosas que año a año
nos dejan ciegos,
a tientas entre la gente
rozándonos la ropa y las sombrillas.
Nos encontramos inmóviles
ante el gesto de un desconocido
sin querer el por qué
de ese ardor en la boca del estomago.
Así dejamos que su peso
arrastre con nosotros.
La espalda se dobla,
el pecho se hunde y olvidamos
nuestro propio nombre;
el dolor también se apaga.
Esto nos hace parte de todo
lo que se ha perdido.

sábado, 25 de diciembre de 2010

Todo lo que esta hueco o La alma de hule

La abuela es una muñeca.
Alguien la baña,
le sirve un plato de comida fría
y la acuesta.
Ve el mar
y a veces los ojos
le brillan como esas bolitas
que tienen las muñecas
en la cara.
Pero la abuela
se queda callada.
Y los labios se le ponen duros
y las manos;
debe ser la brisa.
La abuela es una muñeca
que se esta muriendo.

lunes, 19 de julio de 2010

Testamento

Yo creo en vos agua,
en todo el peso que el mar sobre mi deja;
este último aire y este último soplo.
En mi piel se revientan escamas,
en mis costados nacen branquias
azules como el cielo.
Yo creo en vos agua,
creo en la luna apagada
que se extiende en mis ojos.
Mi boca se llena de arena
y tengo el gusto repleto de sal.
Yo creo en vos,
agua y superficie,
agua y sed,
agua y violencia.
Mi dolor es la repetición
de la marea contra la orilla.
Por eso creo en vos agua,
vos que me regresás al lugar
donde apagué mi fuego
y hundí mis manos.
Porque viertes mi carne
en este esqueleto
que me dará descanso
por unos días.
Cuando muera y encalle,
cuando muera y asfixie,
cuando muera y me seque
tendré una gota en el pecho,
tendré este ruido y un baile torpe
en las aletas.
La muerte no hará más
que descubrir mi vacío.

sábado, 10 de julio de 2010

Por un momento el mar

Nuestro reflejo contra los cristales de la ventana.
Por un momento la sangre recuerda que es parte sal
y de esa sal que corroe lentamente el cuerpo.
La marea se hunde en nuestro pecho y cava en sus costados.
Por un momento es el mar tomando la carne; ese soplo de aires apagado.
Algo apenas flota en la superficie.
Acercándose poco a poco.
La ventana. Las cosas fuera.
Este naufragio casi propio.

martes, 18 de mayo de 2010

el átomo de silicio

Go away from my window
Leave at your own chosen Speed
Bob Dylan

El vidrio es lo más próximo al mar. Esa intangibilidad hecha en la arena, ese peso muerto recorriendo el agua; esa sensación como un reflejo donde somos nada. Poco concuerda con la pereza de enfrentarnos al mundo más allá de esta ventana, más allá de estos pasos.
El vidrio es lo más próximo al mar y detrás de su brillo solo existe algo que tiene nombre en la memoria. Nada queda de la marea. Nada queda del llanto de las gaviotas o la sangre de los marinos y sus barcos. No hay sal en el dorso de esta imagen.
Esa es la ciudad y esos sus habitantes: fantasmas que se arrastran todo el peso de la tierra. Aun así el viento que los empuja no es marítimo y el sudor que cargan no esta lleno de peces.
El vidrio es lo más próximo al mar. Es esta una nueva forma de ahogarnos.

lunes, 22 de febrero de 2010

9 am

Sirvo el desayuno
con el dedo indice señalando
un cuerpo muerto.
Me duele tanto
como para decirtelo,
tanto para que la leche
se ponga agria
y el pan duro.
Me sobran cuerpos
en esta mesa
y no hay migajas
que recoger.
La boca me sabe a cenizas.

jueves, 7 de enero de 2010

Mar Muerto

En esta misma ciudad
en este mismo puerto
se hunden los peces hechos de joyas de carbón
en algo parecido al infinito.

Vos miras las mismas aguas
mientras yo me marcho sin saber nada de las tardes
de roca solida en las que mueren
esas estrellas con branquias.

El mar se ha vuelto negro
y todo lo que brilla
grita nuestros nombres.

En esta misma ciudad
una mujer hace que el olvido
este lleno de esqueletos.

En este mismo puerto
una ciudad se ahoga
en sus pasos.

Esta noche
no habrá pesca.

domingo, 3 de enero de 2010

Naufragio II

Soy mientras tanto
un mecanismo de flotación.
El agua es tan espesa como mi saliva
y en mi boca vive un pez
que se ahoga durante la noche.
La mitad de mi cuerpo se ha escamado
y el sol me hace un arcoiris entre la bruma.
Lo que todavía respiro se deshace
como piedras amargas.
Apenas me mantengo a flote.
Poco a poco me voy llenando de sal,
de la música de la marea,
de olas que laten cada vez
mas adentro de mi cuerpo.


lunes, 16 de noviembre de 2009

Ocean view

El ruido de mi propio dolor se escucha
igual que el mar.
Así revienta contra la arena
y arrastra las piedras que no se
disuelven en el agua salada.
Así ahoga las bocas de los animales
que callan pero se quedan
con su grito oscuro, su mueca interminable.
El ruido del dolor se deshace en ecos
cuando cierro las manos
y aprieto los dientes.
Así se hunden los barcos lentamente
sin saber nunca lo que es mirar la costa;
las corrientes marítimas siempre
arrastran los restos.
El mar es a veces incomprensible
como mi dolor, y solo se entiende con la bulla,
las grandes catástrofes
y las heridas que arden al sumergirse con el ocaso.
El ruido de mi propio dolor se escucha
igual que el mar,
que no tiene forma ni sitio
ni manera de callarlo.

domingo, 15 de noviembre de 2009

Naufragio

En el nosotros siempre hay algo que sobra;
cinco cuerpos enterrados en la deriva
azules como pomadas para el dolor de torso.
Como un grito en el deshielo
no entramos nunca de ese modo,
porque a veces para mantenerse a flote
una parte del cuerpo
tiene que estar más cerca del cielo
que las otras.

Nenia

Esto hacemos con el mar en la frente;
como peces flotamos en el aire pensando
que somos de aire. Cada bocaza es una
señal de humo. El agua es una sombra apenas,
sus sal un recuerdo de lo que perdemos.
Esto hacemos con la lluvia
sobre nuestros brazos; como sombrillas
lloramos sin estar verdaderamente húmedos.
Somos utensilios para esquivar la tristeza.
Una lágrima es el océano que se derrite
en el ojo derecho.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Involución

Mis manos no tiemblan,
se mecen sin explicación propia.
Se incomodan cada segundo
por el paso del aire entre los dedos.
Mis manos son hechas de una sal antigua,
una sal que quiere regresar
al lugar de su procedencia.
Yo sé que a ustedes les preocupan
esas manchas que dejo:
mi paso por el mundo
siempre ha dejado una marca.
Mis manos pálidas,
mis manos que arden
como aletas secas por las noches,
mis manos entumecidas
por el paso de los años.

Mis manos no tiemblan,
solas se están adaptando
a la presión del agua.

martes, 10 de noviembre de 2009

La lluvia de todos los mares

La abuela tiembla en cada rayo
bajo su cuero cabelludo.
No le parece gracioso que su memoria
esté llena de lluvia; ahora no le
posible otro paisaje. Su época
es la de un puerto construyéndose a sí mismo.
En las ventanas el nivel del agua sube,
convierte su casa en una pecera.
Mientras gritan en los otros cuartos,
la abuela se desnuda para sacudirse las aletas.
Sumergida deja de escuchar los relámpagos
contra la superficie del mar.

Mar por dentro

El mar no tiene abismos. Solo olas
que se devuelven desde su centro
hasta provocar que la tierra desaparezca.
El mar no tiene abismos porque no sabe
nada de la muerte.
Los cuerpos que flotan en la corriente son
tragados por el silencio, el frio
de los brazos vencidos, las bocas calladas.
Los peces mueren porque el mar
confunde el amor con las piedras,
los esqueletos con los arrecifes de la costa.
El mar no tiene abismos porque canta,
porque su idioma no concuerda con el idioma
del hombre.
Donde es más azul y más saladas sus aguas
se siente como un llanto
las burbujas de los seres submarinos.
Y sin embargo eso significa vida
y significa que las bestias se devoran
sus propias entrañas.
El mar no tiene abismos porque
el mar no tiene fin.
El mar es lo más parecido a un útero
deshaciéndose de sí mismo.

sábado, 5 de septiembre de 2009

LOVE

todo acto de amor empieza
justo en el espacio que deja el cuerpo
para saltar al vacío

conciente de que el dolor
es su única forma

todo acto de amor empieza en el abandono
como si ese momento
construyera hermosos abismos
para la más insignificante
de las muertes

miércoles, 27 de mayo de 2009

Cuantos perros mueren en la carretera

Hoy he atropellado un perro con mi automóvil.
Ni siquiera he frenado cuando la manivela
se estremeció discretamente.
A ciento treinta kilómetros por hora
es difícil percatarse que un gran Siberian Husky
cruza la autopista como si fuera su jardín.
He mirado por el retrovisor su cadáver:
ese reflejo blanco al cual los otros conductores
esquivaban con precaución,
esa sensación de perder la inocencia
y perder el miedo
a repetir tal acto.

¿Por qué haces esto abuela?
Yo no me detendría en la carretera,
ni esperaría a que su dueño
me viera cargalo hasta su puerta
con la camisa de trabajo manchada de sangre.
Abuela, te has equivocado de nuevo.
Ahora es imposible el remordimiento.
¿Crees que si soy un asesino
me vas a extrañar menos?
Abuela, lo has imaginado todo.
Lo único cierto
es ese frasco de pastillas
que pagan los impuestos públicos
y que vas a consumir
contra las indicaciones del psiquiatra;

como si fuera la primera vez
que quisieras matar
ha alguien.

lunes, 9 de marzo de 2009

Lagrimales

La abuela llora;

es como si todas las personas
a n t e s
intentaran duplicar la forma
de esa gran tristeza.

..

Algo ha encallado en la arena.
La marea baja y el medio día
reseca la cuenca de sus ojos.
Es todavía una mirada triste.
Tiene grietas en vez de lagrimas.
Los bañistas toman su carne
y con sombrillas y gritos
siguen a la tarde.

Hay un gran esqueleto en la playa.
El agua le ha vuelto a dar forma.

.

El sol es una alfombra sobre el agua
y es hecha de peces muertos
la abertura con que rompe su luz
cada ola.
Así llega la brisa descompuesta
hasta esta orilla
tan tarde que el mar
es un ser oscuro
que escapa de si mismo.
En la playa todo está cubierto
de sal como si fuera sangre.
Todo este ruido
lo hace alguien que está agonizando.

viernes, 27 de febrero de 2009

Quiero sostener su mano o La llamada fantasma

No existe otra cosa,
además de la estática
que su dolor repetitivo
de las tres de la tarde.

El teléfono aunque no repique
lo contesta siempre con malas noticias.

Ella llora y come pan a pedacitos
con el café frio de la mañana.
Le tiemblan las manos
y deja migajas por toda la mesilla;
la blusas de la abuela están llenas
de manchas que no va a lavar nadie.

Porque como dios
tiene los ojos
vertidos
hacia ella misma
desde hace tiempo.

jueves, 26 de febrero de 2009

Ahí viene el sol o El síndrome del reflejo adverso

A esta hora nadie sabe que existe.
La abuela es una pata más
del comedor falso que llamamos desayunador.

Cada quien está en su plato
como si las sobras fueran parte
del mundo que nos robaron
los años pasados.

Ella dice
que nos estábamos comiendo
sus ovarios.

Alguien se levanta para lavarse
las manos.

A mi me dan ganas de vomitar.
Tendría que hacerlo:
de afuera
hacia
adentro.

No me detengas ahora o El arte de la Fotografía

Cuando una se hace vieja tiene que acostumbrase
a que la gente no esté
a que la gente se vaya
a que la gente en las paradas de buses o
en las puertas de los carros
te digan que van a visitarse
o
a escribirte o
llamarte
a que la gente se pase la vida
repitiendo las mismas palabras al despedirse

cuando una se hace vieja
además
tiene que acostumbrarse
a ver en las fotografías
manchas que te recuerdan
a toda esa gente
que promete cosas
que una se queda
esperando

viernes, 20 de febrero de 2009

Mañana nadie sabe o La humedad en el piso es salada

Tristísimo el ojo de mi abuela
que es el océano
y tiene forma de lágrima.

Mi pared es una especie de antena.
De este lado recibimos su dolor;
esa porción de sal
que nunca es expuesta
a la luz del día.

Mi hermana menor se le acerca
y acaricia repetidamente el plywood.
-Ya abuelita, ya. Le dice suavecito
al oído de la pared.

En el otro cuarto
el piso empieza a secarse
en el más bello
de los silencios.

sábado, 14 de febrero de 2009

Bastante Sospechoso o Debajo de todo esto está la abuela

Gritando que nos parió a todos
después de tomar en el bar de siempre.
Que luego del cuarto ron al hilo
le detonaron los ovarios aquellos hombres
mirándola acomodados en la barra.

Pasó dos meses sacándonos
de su interi
o
r .

Abajo, en el sótano,
ahora hay tanta gente
que ella ya no quiere abrirnos para verla.

Grita que no es posible, con su edad,
después de anudarse las trompas
y las t de sus manuscritos.
Que ya no está para estos trotes.

La abuela se desahoga pero no se calma.
Al parecer se escapó al mismo bar
una de estas noches.

Mi madre fuma y no parece importarle el escándalo.
Cuando se pudre todo,
dice entre el h u m o,
lo mejor es disimular quemando
algo.