miércoles, 11 de noviembre de 2009

Involución

Mis manos no tiemblan,
se mecen sin explicación propia.
Se incomodan cada segundo
por el paso del aire entre los dedos.
Mis manos son hechas de una sal antigua,
una sal que quiere regresar
al lugar de su procedencia.
Yo sé que a ustedes les preocupan
esas manchas que dejo:
mi paso por el mundo
siempre ha dejado una marca.
Mis manos pálidas,
mis manos que arden
como aletas secas por las noches,
mis manos entumecidas
por el paso de los años.

Mis manos no tiemblan,
solas se están adaptando
a la presión del agua.

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