lunes, 22 de febrero de 2010

9 am

Sirvo el desayuno
con el dedo indice señalando
un cuerpo muerto.
Me duele tanto
como para decirtelo,
tanto para que la leche
se ponga agria
y el pan duro.
Me sobran cuerpos
en esta mesa
y no hay migajas
que recoger.
La boca me sabe a cenizas.